Una reflexión irónica sobre el mundo del trabajo y del consumo
El autor mismo define su libro como un himno a la inteligencia, peculiaridad, la belleza y el horror de los lugares de trabajo y al hecho extraordinario de que el trabajo sea, junto al amor, la principal fuente de sentido de nuestra vida. Hace poco más de un siglo, nuestros antepasados sabían todavía el origen preciso de lo que poseían y comían. Estaban familiarizados con los animales, las herramientas y tenían una relación cómplice con su entorno de trabajo. Ahora, todo nos llega envuelto en fundas cargadas de etiquetas y poco falta para que los niños crean que los pollos nacen en los supermercados.
Dispuesto a romper esta barrera, Alain de Botton se aventura primero a darse un paseo por los muelles del puerto de Londres, para desplazarse luego a una fábrica de galletas en el interior del país, luego viaja a las Maldivas con los pescadores
encargados de una fábrica de conservas para acabar en los despachos de una empresa que se dedica a la contabilidad. Lo que más le interesa es hablar con las personas que están cerca de los procesos productivos para ilustrar las peculiaridades del "homo faber", y las bondades de casi cualquier trabajo cuando lo examinamos de cerca. Tras estas conversaciones, nada es igual ya: la cereza que corona una galleta, la tapicería de un avión o una lata cualquiera de sardinas tienen a alguien con cara y ojos que estuvo al cargo de su proceso, y de repente el trabajo se vuelve algo menos abstracto y más cercano a los anhelos y las angustias del ser humano.
Culto, irónico, maestro de la anécdota, Alain de Botton nos habla de Diderot y Voltaire mientras camina por los hangares de una gran fábrica y reflexiona sobre la naturaleza del arte mientras recorre las líneas de una central eléctrica.
«Prepararse para la muerte con preceptos sabios es ofrecerle demasiado respeto. Dejemos que nos sorprenda mientras transportamos pasta de madera o buscamos la mejor manera de fabricar un frasco de perfume: hagamos que la muerte nos pille mientras hacemos algo para la vida.» Con estas palabras se cierra el libro y se abren un montón de puertas insólitas para el lector.
La crítica ha dicho:
«Si es que todavía hace falta hablar de las bondades de un escritor como Alain de Botton, pues les diré que en Miserias y esplendores del trabajo este hombre se supera a sí mismo en la perspicacia de sus reflexiones y en su complicidad con el ser humano.»
Geoff Dyer
«De Botton te lleva a pensar en cómo vives pero, sobre todo, en cómo podrías vivir.»
The Times