Entre las numerosas enfermedades del siglo XX, la inmadurez se extendió velozmente como un virus hasta convertirse, en la segunda mitad del siglo, en un auténtico fenómeno de masas. Año tras año, el culto a la infancia se ha transformado y radicalizado: hoy los adultos se ven empujados de forma creciente a conservar, por todos los medios, su juventud, a «pensar como un joven», a comportarse, a vestirse, incluso a jugar como niños. El niño se ha impuesto como paradigma de un ser ideal, y volver a serlo o seguirlo siendo parece ser ahora el destino de nuestra civilización. Este libro es una brillante reconstrucción histórica ;a través del análisis de novelas, poemas, pinturas, películas, ensayos de psicología, filosofía y sociología; de la difusión, en el siglo XX, de la voluntad de no crecer. Una actitud que tiene sus orígenes en una cultura que, fuertemente influida por la religión del Hijo (el cristianismo), ha impuesto a la cultura occidental una visión de la infancia como Bien, Inocencia, Belleza y Felicidad. El psicoanálisis y Peter Pan, a principios del siglo pasado, pusieron en entredicho esta visión, junto con la crisis de la figura del Padre. La inmadurez sería entonces la causa de la decadencia del mundo occidental y del nacimiento de los totalitarismos.