El ser humano, según Osho, está tan agobiado por las tradiciones caducas del pasado y la ansiedad de la vida moderna, que tiene que pasar por un profundo proceso de limpieza antes de poder descubrir el estado de la meditación. Dang, dang, doko, dang es el sonido del gong, golpeado por el Maestro. Simboliza la cualidad poética propia del Zen, lo que no puede ser expresado.